jueves, 4 de octubre de 2007

"P´alante como los de Alicante"

Cuando construimos las cosas desde la nada hay momentos en que el camino parece interminable (eso si ves el camino), porqué a veces incluso te sientes atrapado, es decir, no puedes tirar para adelante ni para atrás… no sabes a dónde ir pero tampoco puedes dar marcha atrás, volver de donde vienes… porqué no quieres o realmente no puedes.

Entonces repasas tu pasado, las cosas buenas que tuviste y también el porqué en algún momento las perdiste o simplemente las dejaste ir. Vamos, que te regodeas en un “antes y un después” al estilo “secuestro emocional” del tipo “si es que ya no soy lo que era” y/o “qué he hecho yo para merecer esto”.

Es entonces cuando te sientes como si estuvieras en el centro de una habitación sin ventanas, fría y húmeda, a oscuras, una habitación en la que todas sus paredes se van acercando a ti, lentamente pero sin remedio. Porqué se trata de paredes de hormigón armado, imposibles, insalvables. ¡Diós! ¿Te imaginas tal situación de angustia?

Hay veces que quieres huir porqué sientes que la situación es insalvable. Es en esas situaciones precisamente en las que sabes que no puedes ir “ni p´alante ni p´atrás”… ¡tremendo!”.

Con el tiempo, a fuerza de pelearte más contigo mismo que con tu entorno, aprendes que a uno siempre le queda como opción abstraerse de si mismo y del entorno, como si de deshacerse de su cuerpo se tratara, para elevarse..…

A estas alturas alguien estará ya pensando “esta tía se ha vuelto loca”… si es así… primero: me da lo mismo… y segundo: que no siga leyendo… ¿no? ¿para qué? Que dedique el tiempo a cosas que realmente le interesen.

Si no eres de esas personas, te sigo explicando…

Mirar al suelo y lamentarse implica victimismo, traicionarse a uno mismo (lo peor que alguien puede hacerse a si mismo…) perder la fe, regodearse en ese “me siento derrotado”… porqué de ahí a abandonar, simplemente va un paso.

Mirar hacia arriba en cambio, implica ver la luz… y no importa dónde se encuentre ésta: si a millones de distancia de donde nosotros estamos, tras el muro que hoy no podemos saltar y no nos permite verla o si está dentro de nosotros desde hace tiempo y no la percibimos.

Yo me siento orgullosa de mi misma, con mis logros y mis fracasos, con mis virtudes y mis miserias. Por primera vez en mucho tiempo y como pocas veces antes en mi vida, me siento satisfecha de mi forma de ser, más que eso en sí, creo que se trata de que ahora ya no me da tanto miedo fracasar… más bien, cuando eso ocurre, aunque me sienta triste, abatida, derrotada… ya no me escudo en mis miserias. A eso, yo le llamo fortaleza.

Aún así sigo sintiendo a menudo ganas de huir… cuando las cosas me salen mal. La diferencia está en que entonces me paro a pensar, me enfrento a mis excusas y espero, sin más, a que el mal tiempo, cual tormenta, pase.

Hay que llevar siempre el paraguas, por si acaso. Y mejor si es de esos pequeños plegables… porqué no estamos para pesos en el alma… para pesos, los justos.

Aunque este momento me sienta así: abatida, triste, sola y con ganas de llorar… no es más que porqué ESTOY CRECIENDO, aprendiendo de nuevas situaciones que no hacen más que aportarme cosas, enseñarme a ser más y mejor persona.

De eso estoy convencida.

Quizás hubiera preferido un tiempo de calma, que la carrera fuera siempre de fondo, que es lo que a mi se me da realmente bien… pero ¿quién puede elegir siempre? ¿de qué depende que una persona haga lo que le gusta o alcance los logros que se marca?

No creo que sea tan sólo una cuestión de suerte, de entornos favorables, que dependa sólo de rodearse de personas afines o que te dan su apoyo incondicional sin más…

Creo que se trata, sin más, de personas que saben que el hoy toca vivirlo… que eso implica VIDA…, que siguen adelante, a menudo, a pesar de todo y de todos… que se caen cien veces y se levantan otras cien… en silencio, de forma modesta, analizando el porqué de lo ocurrido… que piensan “con estos bueyes hay que arar”, que tienen presente que “el que quiere, puede”, que es sólo cuestión de tiempo eso de arar el campo… y si es cuestión de tiempo, ¿entonces?...

¡Bienvenida sea pues esa vida que por vida me duele y me enseña, me tira y me levanta tantas veces!

Por eso pienso en una frase que escuché el otro día y que me llamó la atención porqué coincide muy mucho con mi forma de hacer y de pensar…

Venía a decir algo así como que los sueños hay que pensarlos al menos una vez cada día, nombrarlos muy pocas veces y sobretodo… trabajar, trabajar, trabajar…

Y yo me voy ya a trabajar.